El labertino de los efectos. El perfume
Gacela del amor imprevisto
Nadie comprendía el perfume
de la oscura magnolia de tu vientre.
Nadie sabía que martirizabas
un colibrí de amor entre los dientes.
Mil caballitos persas se dormían
en la plaza con luna de tu frente,
mientras yo enlazaba cuatro noches
tu cintura, enemiga de la nieve.
Entre yeso y jazmines, tu mirada
era un pálido ramo de simientes.
Yo busqué, por mi pecho, para darte
las letras de marfil que dicen siempre,
Siempre, jardín de mi agonía,
tu cuerpo fugitivo para siempre,
la sangre de mis venas en tu boca,
tu boca ya sin luz para mi muerte.
Divan del Tamarit, 1934, Federico García Lorca
Fotocomposiones Virginia Baig
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